viernes, 15 de octubre de 2010

Los gorros de la abuela


Todos hemos tenido un sombrero como este

Cuando estás de vacaciones, con los ojos abiertos a las novedades y sin estrés, todo parece extraordinario. Aquí también serviría aquel dicho de que “Nadie es profeta en su tierra”.
Por ejemplo, este verano, en el estado de Maine, en Estados Unidos. El por qué estaba allí no viene al caso. En una tienda perdida en un pueblecito junto al mar están expuestos unos gorros de lana, bufandas y guantes tejidos con lanas de colores. Un póster apoyado en un caballete de pintor nos dice que se trata de “Artes de fibras clásicas” (si traduzco literalmente). Empiezo a hacer fotos y admirarme. Tienen gracia. Tienen color. Están expuestos con buen gusto.

Así están expuestos en The Naturalist's Notebook

Horas más tarde, tumbada en la cama “queen size” de un motel cercano, me fijo en esas fotos. Y empiezo a recordar cómo tejían calcetines mis abuelas, cómo bordaban manteles, cómo me aburrían esas sesiones de prueba para comprobar que el jersey tenía todavía las mangas demasiado cortas...

Los gorros los teje Betty Higgins, de Presque Ile, Maine

Había fotografiado lo mismo. Sólo una diferencia: en aquella tiendecita habían sabido revalorizar, enaltecer un trabajo tradicional que aquí permanece en el fondo del armario oliendo a moho.



Hoy mostramos aquí esas fotografías, pero nos gustaría que nos llegaran más de vuestras abuelas, no las de Maine...

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