domingo, 17 de marzo de 2013

Moda ética en Oriente





Ya es un hecho que cuando vemos en una prenda colgada de una percha, cuya etiqueta cuelga todavía reclamando nuestra atención, "Made in Bangladesh" o "Made in India" o "Made in Vietnam", nos echamos a temblar. Al menos esa será nuestra reacción si ya hemos tenido algo de información acerca de las condiciones laborales de los trabajadores que en las grandes empresas se dedican a su fabricación: derechos inexistentes, jornadas draconianas, condiciones de salubridad y seguridad dudosas, etcétera.




No os vamos a contar nada que no haya sido recogido en este blog. Algunas de estas informaciones nos han llegado a través de organizaciones internacionales como Setem, que en España ha contribuido  sobremanera con investigaciones en Marruecos, por ejemplo a la campaña internacional Ropa Limpia, u otras que os sonarán menos como Fair Wear, o Free2Work, que se dedica a difundir información sobre tus marcas favoritas, sean de moda o de aparatos electrónicos, por si están involucradas en abusos laborales.






Algún personaje icónico del mundo de la moda también ha contribuido a la denuncia de estas situaciones desde hace tiempo, como Bibi Russel, una modelo convertida a diseñadora de moda, de Bangladesh, que es referente en esta lucha.  Tras ser la primera mujer de su país que estudió en el London College of  Fashion, regresó hace 10 años, después de un periplo por las pasarelas europeas y americanas, y puso en valor los tejidos artesanales que en Bangladesh se producen y que han quedado ocultos en medio del alud de prendas miméticas de los grandes retailers.

Es posible encontrar en Asia empresas que no estén produciendo a ritmos desenfrenados prendas de usar y tirar. Nos llama la atención una marca de Lahore, Pakistán, Looptex. Trabajan con tejidos certificados por GOTS y marcan como sello distintivo que todos los derechos laborales y la política de seguridad e higiene está ahí respetada con altos estándares.  Su director, Syed Moiz Farook dice "es el momento de la moda ética en Pakistan, porque hace poco todo era así".



Curiosamente, como argumento no es una gran justificación, nuestra generación pretérita también se cosía toda la ropa. De hecho, yo misma, antes de caer en las garras de la fast fashion vestí ropa completamente hecha en casa, - salvo los tejanos-, hasta los 17 años. Un día mi madre me dijo: "me cuesta menos comprártelo hecho que la tela".  Y así se acabaron las prendas con historia casera. Sólo quedaron para eventos especiales, como las bodas, porque un vestido de gala era todavía demasiado caro para nuestros bolsillos. Ahora estamos recorriendo el camino de vuelta.

Aún así, marcas como Looptex abren el camino de la esperanza y las expectativas, que a veces parecen señalar que hay poco trecho recorrido por la moda ética. Hay más del que parece. No obstante, todavía queda más por recorrer. 

Frente a estas buenas intenciones procedentes de Pakistán, entramos en Bangladesh...
Más de dos millones y medio de mujeres empleadas en su pujante industria textil, que supone los dos tercios de sus exportaciones y la considerable entrada de ingresos para un país muy depauperado. 




Hace pocos días, leíamos a propósito del 8 de marzo, que la fecha surgió a raíz de mantener la memoria de un incendio en 1911 en Inglatera en el que murieron 146 trabajadoras del sector textil.  En el artículo "Sweatshop garments drag all of us down" de Women's Wear Daily nos cuentan como en este país asiático, los hechos muestran que no se ha avanzado de la misma manera en todas partes. La tragedia que sirvió de reacción social y después política en 1911, se ha repetido este mismo año, y el pasado. Los incendios en fábricas textiles ya acumulan demasiadas víctimas.
Charles Kenaghan, director del Institute for Global Labour and Human Rights propone algunas medidas inaplazables para acabar con esta situación: llama a los gobiernos de los países consumidores a actúar, a reclamar, a reconsiderar su política de falta de tasas en muchos casos. No es necesario perjudicar la industria textil en Bangladesh, que se ha convertido en la gran generadora de riqueza en ese país, pero sí que las empresas que allí se instalan, o sobre todo, subcontratan, exijan los mismos derechos que en Europa se respetan a rajatabla para sus trabajadores en esas factorías. Y si existe una legislación estricta para proteger a las marcas de copias e imitaciones...¿por qué no unas leyes firmes para la protección de los operarios que elaboran originales o imitaciones?

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