La ropa tendida en el balcón o desde la ventana es una imagen prototípica de la cultura mediterránea. Coladas blancas ondeando al viento, protegidas del sol y aprovechando la bonanza del clima.
También tienden ropa en otros lugares del mundo por supuesto, pero tanto en nuestro país, como fuera, a veces está prohibido por normativas municipales o simples actas de comunidades de vecinos. En Estados Unidos la cuestión ha llegado tan lejos, que ahora se está grabando un documental para reivindicar eso tan sencillo: tender la ropa.
No es un capricho estético. Esas prohibiciones en Estados Unidos han conllevado un frenesí de secadoras, que dejando aparte que son el azote de la ropa, además son grandes devoradoras de energía y emisoras de dióxido de carbono a la atmósfera. Lo que quiere la campaña Drying for Freedom es ahorrar ese gasto. Y para eso están construyendo comunidad... Reivindican la libertad de elegir cómo queremos secar nuestra ropa y denuncian que la proliferación de secadoras en todo el mundo está exigiendo una provisión de energía inasumible.
El dato que tumba de espaldas es este: se calcula que en la Unión Europea enviamos a la atmósfera 74.600.000 toneladas de CO2 al año sólo a causa de las secadoras.
Su lema es "Nuestro futuro cuelga de un tendedor". Tal vez pueda parecer exagerado, pero sin duda, cualquier gesto tiene más relevancia de la que creemos en un momento en el que el cambio climático parece que ha desaparecido de la mayoría de las agendas políticas y económicas...
En mi comunidad no podemos tender al sol...nuestros balcones son de cristal y dicen que "queda feo"...pero nadie pensó en crear un espacio comunitario, un terrado, donde podamos tender nuestra ropa sin molestar la vista de los transeúntes. No quiero secadora, así que el tendedero es un mueble más en mi comedor...
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